domingo, 3 de octubre de 2010






Cuando piensas en los años que has pasado con una persona parece increíble que hayan pasado tan rápido. Por su puesto, es porque solo recordamos tramas muy pequeñas de tiempo, algunas se desechan por la naturaleza del hombre, otras simplemente se olvidan. No sabemos ¿por qué? pero siempre hay una razón. Si fuéramos capaces de rescatar cada imagen que vivimos, nuestras decisiones y comportamiento para con nuestros seres queridos sería muy distinto. Poseemos y sufrimos de pequeños programas en nuestro ser que eliminan, escogen, guardan y descartan la película de nuestra vida, tal vez esto se haga mucho más evidente cuando nos compartimos con otra persona.  Algunas veces nuestra educación, ambiente y eso que nos enseñaron a reconocer como pareja, compañero, amor se ven delineados y hasta distorsionados por lo que nuestros padres nos mostraban, no solo con palabras sino con actuación extremadamente convincente. Tan real y conmovedora que sin saberlo seguimos evocando ese sentimiento. Tan profundamente arraigado algunas veces que carentes de intensión intentamos revivir las escenas que alguna vez nos impactaron. No es que disfrutemos el resucitar la puesta en escena que nos hizo llorar, sino que en nuestra definición de lo que es una pareja y como tratarla se encuentran grabados con fuego hechos que descartaríamos si fuéramos completamente conscientes de lo que hacemos.  

La mayoría de las parejas sufrimos de estos fantasmas residentes en nuestro comportamiento pero son muy pocos los que saben de este hecho y mucho menos los que intentan hacer algo al respecto. El mero entendimiento de la existencia de estos implica una responsabilidad para el conocedor.

Todo lo anterior es una invitación para ti y para mí a liberarnos de las ataduras que nos han mantenido distantes tantas veces. El hecho de saber que por alguna razón olvidamos instantes tan importantes con una persona especial  debe de frenarnos al momento de lastimarla. Estos olvidos son alimentados y tapados descaradamente por el enojo, la frustración, el reclamo, la ira y el orgullo. El mero hecho de haber vivido y perdido tanto por este último sentimiento nos debe obligar a pensar si su valor es tan grande, tan satisfactorio y definitivamente tan noble y lleno de virtud como lo es el perdón. Entregarlo a una persona que no lo debe de tener, jamás nos hará menos pero regalarlo simplemente por fe a alguien que lo merece nos hace trascedentes.

En este tiempo juntos hemos cambiado tanto gracias al otro que podríamos ser irreconocibles, nuestros problemas han servido para mejorar y aunque algunas veces sigan lastimándonos es claro ya, que no nos damos por vencidos. Gracias a tus esfuerzos y a varios sacrificios hemos alcanzado una estabilidad muy buena, podemos comunicarnos mucho mejor que antes y somos más felices.

Mi amor, no olvides los momentos importantes, nunca olvides con quien estás, NUNCA permitas que nada cotidiano e intrascendente se interponga entre nosotros. Un beso es más importante que cualquier pendiente, un abrazo es siempre prioridad y una caricia indispensable.

 Ayúdame a nunca formar parte de todos las parejas comunes, ayúdame a demostrar que NO es cierto que es normal pelearse, que NO es cierto que el orgullo y los celos pueden más que el amor. Ayúdame a demostrar que no importa NADA más que el amor único, diferente y puro que nace cuando existe el entendimiento mutuo, sacrificio y  de la fusión de 2 mentes y 2 almas.